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¡Damos la bienvenida un nuevo colaborador a LXC: Txema de Hunt.ex!

Un marrano con suerte… y no me refiero a que yo haya tenido suerte este fin de semana de batidas entre amigos, si no que,  con suerte pude hacerme con este marrano. Lo explico bien antes de crearme una fama de falta de aseo.

Es sábado y quedamos en el pequeño bar del pueblo como de costumbre para empezar el día almorzando para coger energías, repartimos las posturas y nos vamos al campo con la esperanza de dar hoy con ese macareno soñado.

Bien, pues no había hecho más que empezar la cacería cuando salió dicho macareno, con la mala suerte que literalmente destrozó las 2 perreras que sacaríamos ese día, pues apenas acababan de salir todos los canes juntos del remolque cuando apareció esa bestia, abalanzándose sobre él todos los perros con las fuerzas aún contenidas. Dicho guerrero no dio su vida gratuitamente, pues hirió a muchos de los canes incluso llegando a degollar a uno de ellos que falleció irremediablemente unos minutos más tarde en el lugar de los hechos. El ancho collar de cuero que portaba en su cuello apenas le sirvió de nada, pareciendo mantequilla para las navajas de este monstruo que superaba los 100 kg. 

Así pues, casi anulamos la cacería incluso sin haberla prácticamente iniciado, pero nos sobrepusimos a los hechos y tras recoger el cuerpo del perro para darle un entierro digno cual héroe de guerra, continuamos la cacería. 

Y ya sí, la suerte estuvo de mi lado, sacando los perros al que parecía un enorme escudero del anterior primer guerrero, un precioso animal que salió de su escondrijo huyendo de los perros tras ver lo sucedido, los cuales lo siguieron cruzando toda la mancha guiándolo, por suerte, hacia mi postura en el lado contrario a la suelta.

Lo oí jadear perfectamente un rato incluso, antes si quiera de llegar a verlo, y ya por fin con todos mis músculos en tensión y nervioso por el lance que estaba por llegar, lo vi aparecer por el barranco que discurría bajo mi a unos 80 m, sin embargo tuve la sangre fría de dejarlo pasar pues mi intuición me decía que quería salir de la mancha por mi postura, así que seguí su trayectoria con mi visor, la cual efectivamente lo llevaba a cruzar por mi lado, momento este que aproveché a apenas 20 m para hacer sonar el 300 WinMag (habéis leído bien sí, los que me conocéis sabéis que no es mi calibre predilecto), que con un certero tiro en la cabeza lo dejó en el sitio. 

Momentos de felicidad y relax me llegaron en los minutos posteriores sabiendo que se trataba de un animal de porte espléndido, sin embargo, en ese momento no imaginaba el tesoro que portaba en la boca. Todo un hallazgo y una tremenda alegría que no dudé ni un momento en compartir con mis compañeros y que fue festejado en la comida de hermandad al finalizar la jornada.

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