Se acerca el inicio de las batidas y monterías y aunque muchos monteros, sobre todo los que empiezan en este arte, ponen todas sus expectativas y recursos en el arma, la óptica o la munición, hay dos grandes claves de éxito que solo se aprenden con práctica y experiencia: la valoración del animal y el encare.
Hoy toca comentar la valoración del animal como primera parte del lance.
En montería y aun mas en batida, es crucial estar alerta, pendiente en todo momento del oído y de la vista, porque hay animales que avisan haciendo bastante ruido y los hay que se mueven con un tremendo sigilo y cruzan “volando” sobre el suelo y sin hacer prácticamente ningún ruido.
Si hace ruido al llegar a nuestra postura, tenemos la ventaja de poder “esperarlo” con la guardia baja pero identificando el posible lugar de paso, lo que nos da unas décimas de segundo cruciales para valorar el objetivo, encarar y disparar. Si no hace ruido, lo habitual es encontrarse al animal ya a medio paso, habiéndolo visto, normalmente, por el rabillo del ojo. En esta situación es donde estamos obligados a juntar el encare con la valoración de la pieza en un solo gesto.
De hecho, mas de un montero novel no se atreve a tirar ciervas por ejemplo, por tener miedo a matar un vareto o una corza. Y es un buen comportamiento, porque ante la duda, siempre es mejor no disparar que cometer una temeridad. Vayamos por partes:
Inicialmente, se trata de valorar si se trata de una pieza objeto de caza o no. Puede tratarse de una especie protegida o de una especie que no es objeto de la acción de caza o incluso tratarse de un perro. En este caso, evitaremos si quiera el encare.
Una vez determinado que es una pieza objeto de caza, podemos continuar con la acción de encare y con ambos ojos abiertos, valoraremos si se trata de una pieza joven o de si es una hembra acompañada de crías dependientes (sobre todo las guarras con rayones), en cuyo caso, son muchos los cazadores que optan por dejarla pasar pero en jornadas de caza de gestión debemos afrontar el lance. En el caso de cervuno o muflones, dirigiremos nuestra mirada en la parte final de la maniobra de llevarnos el rifle a la cara, a la cabeza para valorar la edad del animal en el caso de machos.
Es en este momento donde debemos decidir si proseguimos con el lance y disparamos o si tomamos la decisión de no continuar el lance. No hay tiempo, es una fracción de segundo, si hay la más mínima duda es mejor levantar el rifle.
El año pasado sin ir mas lejos, en una montería nos instruyeron que podíamos tirar Muflón pero evitásemos matar “plataneros”. Y es que muchas veces los orgánicos asumen que todo el mundo sabe juzgar un muflón adulto y tirable con uno demasiado joven y que debe crecer, y esto en decimas de segundo. Aunque por ejemplo valorar los ciervos resulta más fácil, ciertamente vemos muchas veces algún vareto en las alfombras de las monterías.
Y es que el reto más común es la mezcla de controlar las ganas con la oportunidad de abatir un animal. Los monteros veteranos ya tienen interiorizado muchos movimientos y hacen la maniobra de encare y valoración en un solo gesto, pero lo que marca la diferencia es la capacidad de valorar el objetivo y frenar el lance. El mejor consejo, valorar con los dos ojos abiertos, mientras encaran el arma. Y como todo en la vida, el hecho de haber visto muchas pepas, mucho vareto, plataneros, bermejos etc, y haberse frenado es lo que evita casi siempre abatir un animal que debía seguir corriendo por el monte.
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