® LXC | LOCOS POR LAS ARMAS
Probando el nuevo Leica Tempus
Aprovechando un fin de semana montero que prometía mucho y cumplió como pocos, monté el nuevo punto rojo réflex de la marca alemana en mi Helix en 30.06.
Nunca había sido muy aficionado a los puntos rojos, pero después de haber probado varios, reconozco que eligiendo el adecuado, puede resultar un gran compañero de caza para tiraderos cortos.
el ambiente
Llegábamos de víspera, carretera sinuosa y oscura. Los augurios no podían ser mejores: el convocante era el enorme Lolo de Juan, para muchos (entre los que me incluyo) el mejor Capitán de Montería de España en este momento, y para remate, las cunetas estaban tomadas por guarros, hasta el punto de hacernos disminuir la velocidad del vehículo bien por debajo de los 50 kilómetros por hora.
En la cena, los “sospechosos” habituales de las monterías: Rodrigo, Jesús, Ian, Kiko y un largo etcétera. Lolo y ahora la orgánica “Umbrías y Solanas” consiguen un ambiente amigable y de máxima confianza que hace que cada cita de caza sea una reunión de familia.
Como ya es costumbre con Lolo, madrugón, desayuno generoso al alba, discurso y rezos, y a las 9.30 las armadas de camino a los puestos. Llegado al puesto, saco el hélix de la funda y quito el protector del Tempus, cargo el rifle y ajusto la intensidad del punto rojo. Dos o tres encares rápidos con ambos ojos abiertos y ya me siento cómodo con el rifle. He puesto un poco de cinta negra para cubrir el punto de mira del hélix ya que su rojo intenso me despista a través del tempus. Colgado al hombro me doy cuenta de lo ligerísimo del conjunto… nunca he cazado con un conjunto tan ligero, tan compacto y a la vez tan letal.
Sueltan los perros y se siente el movimiento en la mancha, tiros lejanos y cercanos. Ladras en casi todas las direcciones, la mancha está cumpliendo. No pasan más de 20 minutos cuando tengo mi primer lance: oigo un ruido de piedras y encaro el rifle con ambos ojos abiertos. Salta una cierva al camino a unos 20 metros y adelantando el disparo unos centímetros por delante de su pezuña delantera, suelo la primera ELDX de la jornada. El disparo es certero y terminal. Muchos cazadores me comentan que una vez apretado el gatillo, deben levantar la cara para ver el resultado del mismo. Yo mismo suelo acompañar el lance para ver a través del visor el resultado pero con el tempus no es necesario ya que la visión es completa durante todo el lance.
A media mañana abro el estupendo taco que nos ha preparado la orgánica y me siento por primera vez en toda la montería. Entre ladras y carreras, bajo la sombra de castaños y robles y con un trozo de chorizo ibérico en la boca, me pregunto si puestos así serán el “cielo” de los monteros. Oigo cascos de caballo, no puede ser otro que Lolo. Efectivamente, le oigo dar órdenes a los perreros a la vez que pregunta a los monteros cómo va la mañana.
La jornada termina con varios lances más en mi postura y muchas carreras alrededor de mi postura. Al bajar al almuerzo cerca de las 14.30, solo se puede definir como lujoso, las caras ya presagian el éxito total de la jornada. Sobremesa larga y conversaciones cruzadas. A Las 5 nos retiramos a descansar y prepararnos para la misa de 7 en la maravillosa basílica que alberga a Nuestra Señora de Guadalupe. Cena entre amigos y sorteo para el día siguiente.
Madrugón, desayuno copioso y a la explanada de salida de armadas a las 9.30. Hoy contamos con la presencia de admiradísimos cazadores en las armadas. De nuevo me toca puesto de tiro corto, una suerte de trinchera natural formada por un torrente que parte la armada en dos. Diversas trochas y pasos indican que puede ser véa de escape natural de la mancha. De nuevo cargo el Helix y ajusto el tempus. La verdad es que me está gustando y mucho esta óptica para este tipo de puestos. Me encanta poder encontrar el punto inmediatamente aunque el encare no sea perfecto y me encanta no tener marcos negros ni túneles.
La jornada no defrauda y se oyen carreras y disparos a nuestro alrededor. Nuestro primer lance es con dos meloncillos, uno tras otro que abandonan sabiamente la mancha. El encare ha sido perfecto, intuitivo y rápido. Obviamente no he disparado pero de haber sido una res objeto de caza, no habría tenido los habituales “retrasos” de localizar la pieza en el visor.
A media mañana entra la niebla y nos moja una fina lluvia. Buena prueba para el tempus. No noto diferencia y me doy cuenta que no solo el agua no se “pega” a las lentes, si no que no noto diferencia al encararlo.
Tenemos oportunidad de varios lances y lo que al principio me resultaba una apuesta arriesgada con la que no me encontraba cómodo al 100%, termina con una sonora conquista por parte del Tempus. Caigo rendido a sus posibilidades.
Comidos, abrazados y felicitados, cada mochuelo emprende ruta de vuelta a su “olivo”. Eso si, todos con una sonrisa en la cara y las pilas cargadas.
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