Este fin de semana ha sido uno de esos para recordar. En la parte buena, tuve suerte con lances para el recuerdo y en la mala, pude ver de primera mano otra mala práctica, desgraciadamente bastante común.
Permitidme que primero os ponga en situación: éramos 3 posturas, nos veíamos los 3. Estábamos colocados en un cierre sobre una cuerda (que era mas bien soga por el difícil acceso). Mis vistas eran increíbles y tenia la suerte de ver a los otros dos puestos y su tiradero a mi izquierda. Con la suelta, se empezaron a mover las reses y efectivamente, un venadete comenzó a subir la ladera. Iba derecho hacia el puesto 1, ocupado por un buen amigo, Juaniche. Y aquí se repite la mala practica que ya comentamos en otro post: el chaval que ocupaba el 2, comienza a soltar balazos al ciervo que sube ladera arriba. Veo la acción completa y claramente no acierta con ninguno de los disparos. Al llegar a la postura de Juaniche, éste le suelta un primer zambobazo con su 338 y claramente el venado lo acusa, le suelta otro disparo y el venado cae fulminado.
Hasta aquí, vemos la mala practica desgraciadamente habitual de cortar la caza. La segunda mala practica viene al recoger los puestos e ir a cobrar las reses. El “tiroloco” del 2, estaba ocupado por un chaval joven y un señor que me dijeron era su tío. Al llegar al venado, escucho a ambos: “pues lo he enganchado seguro”… Juaniche mira a la res en silencio, y el “tiroloco” y su tío persisten en su actitud que no acepta debates, “no no, seguro que le he dado porque el venado ha hecho un gesto…”. Esto se ve rápido, ya que el 2 disparaba a la cara derecha del venado y Juaniche a la izquierda. Se ven dos orificios de salida en el lado derecho (las de los disparos de Juaniche) y ni sombra de entradas de otros disparos, ni traseros, ni altos, ni bajos… sin embargo insisten y es el tío del “figura” el que afirma con rotundidad: “en ocasiones no hay salida y no se encuentran los agujeros de entrada”… y se queda tan ancho. Cierto lo que dice, pero buscando, siempre se encuentra. Claro que aquí, lo que buscaban era apiolarse el venado con la palabra y no con los hechos. Dice la ley montera que la pieza es de quien hace la primera sangre, pero en ese caso, ni sangre ni nada…
Y ante una actitud tan reprobable, es donde se ve la clase y el señorío montero… Juaniche, mira la cabeza del venado “de montería” y le da una palmada la apiolante y le dice “enhorabuena chaval”…
El viaje de descenso que hice con Juaniche y los otros dos justo detrás, fue silencioso… Al sentarnos en el coche mire a Juaniche queriendo decirle todo lo que el ya sabia y mirándome, vi claro que nos entendíamos perfectamente. Solo espetó un escueto “tela”…. En la comida, brindamos y sonreímos por la anécdota, pero ya sabemos todos quien es el “tiroloco apiolante”, habrá que tenerlo vigilado si volvemos a coincidir, aunque es improbable, ya que la capitania de la montería está ya advertida… cortacazas y apiolantes no gracias.
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