Nacer a montero
LXC | Locos por la Caza. By Ramón menéndez pidal
LXC | Locos por la Caza.
Nacer a montero
NACER A MONTERO
Hay bautismos de pileta
y otros que son de fuego,
y hay uno muy singular
que es el nacer a “Montero”.
Dureza y pasión conjugan
ese dichoso anhelo,
penetra el alma la sierra
de quién lo vive por ello.
La paciencia y sobresalto
van por el mismo trecho,
el frío, la nieve y el viento
lo conforman sin remedio.
Así forjará su vida
por la dureza del medio,
quién al campo se la entregue
en el ara de este ensueño.
Y si un honor es vivirlo
por la grandeza del gesto,
tanto más el compartirlo
con imborrable recuerdo.
Ya ladra el monte con vida
y el latido rasga el viento,
ya galopan los valientes
en pos de su amo perrero.
Corta la braña el venado
seguido de cuatro perros,
tensa su brazo el Montero
encomendándose al cielo.
Juega sus cartas la suerte
salta la res sin remedio,
al acusar el impacto
que le ha cortado el aliento.
Que si la caza no es muerte
esta tiene que llegar,
para ver cumplido el lance
en un abrazo mortal.
Una fusión de destinos
entonces tendrá lugar,
entre venado y Montero
que éste nunca olvidará.
Teñida de roja sangre
la tierra allí quedará,
crisol de un fiel compromiso
que el Montero cumplirá.
Honrar con mimo a la presa
abatida en la batalla,
cuando muerta yazca al pie
de su bota ensangrentada.
Profundo respeto a la pieza
que la vida vio entregar,
profundo amor al lugar
que a los dos vino a enlazar.
No tendrá mayor orgullo
que admirar con gran respeto,
al bravo ciervo salvaje
que arrebató de su medio.
Transmitirá después obligado
a su grey, hijos y nietos,
que un día montero se hizo
respetando el reglamento.
Que lo hizo a punto alzado
sin más artificio que el arma,
y con el pulso sereno
que brota del fondo del alma.
¡Dese espacio así a la res!
¡noblemente así se abata!,
con el fin de limitar
tal contienda desigual.
Y en prueba de todo ello
la cuerna irá a colgar,
en un lugar preferente
para jamás olvidar.
Que ser Montero no es juego
que ser Montero no es más,
que entregar la vida al monte
y dejarse modelar.
Ramón Menéndez-Pidal.
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