Las amenazas
LXC | Locos por la Caza. By JOAQUÍN DE LAPATZA.

LXC | Locos por la Caza. By Dorao
Las amenazas…
Es indudable que la actividad cinegética esta amenazada por varios flancos y a la vez, es mas necesaria que nunca. Sin embargo, cuando pensamos en una actividad amenazada, tenemos una tendencia a buscar un enemigo, y ese enemigo lo hemos reconocido en los denominados “animalistas”. La realidad es que con la “ayuda” de muchos de estos grupos de presión y determinados personajes públicos, retratan la caza buscando desafortunadas anécdotas para pintar una imagen distorsionada de la caza y del cazador.
Es curioso como la imagen del cazador ha pasado de ser una figura con cierto misticismo, reconocimiento y admiración en las zonas rurales, hemos pasado a la peor de todas las imágenes posibles. El cazador era identificado con valores como el tesón, el esfuerzo, la generosidad, el conocimiento del campo y los animales, la resistencia, la paciencia, la conexión entre la naturaleza y el hombre en su extremo.
Pero la realidad es que nos enfrentamos a dos grandes problemas que amenazan el futuro de la caza: los jóvenes ya no quieren cazar y los propios cazadores muchas veces somos nuestros peores enemigos.
Recuerdo claramente el deseo de acompañar en un día de caza a mis mayores, la excitación al ver acercarse la fecha, el viaje al campo, el ver al resto de cazadores, los amaneceres en el campo, el desenfundar de las armas, los cartuchos, el oír acercarse un jabalí, el lance, los perros, el frio que parecía no afectarme, el cansancio en los viajes de vuelta a casa, la ilusión al escuchar la promesa de que “el próximo sujetas tu la escopeta”…

Pues esto se está perdiendo. La chavalería ya no tiene la imagen idealizada de la caza que muchos de nosotros, que peinamos alguna cana, teníamos. La chavalería no quiere madrugar, no quiere pasar frio y encuentra su adrenalina y sus endorfinas en otras actividades. No nos engañemos, este es el principal riesgo para la caza: que nuestros hijos e hijas no quieran cazar, no quieran vivir y sentir el campo de esta manera tan nuestra. A veces lo achacamos al riesgo de accidente (que los hay desgraciadamente) pero casi nadie deja de conducir y sin embargo la posibilidad de accidente es varias veces superior. Otras muchas veces el problema es que la chavalería se aburre. Estas últimas generaciones que ya no leen porque prefieren que se lo cuente un video de youtube (y además avanzan a la parte del video que les interesa), están acostumbradas a no estar a solas consigo mismas nunca. Están acostumbradas a la inmediatez en todo. Estar en silencio, quieto, a solas, viendo, escuchando, inmóvil, parece una tortura. Nadie les ha enseñado que esos silencios son nuestra conexión con la madre tierra y a la vez con nosotros mismos. Nadie les ha enseñado que hacer las cosas “bien” no garantiza el éxito, que fallar un lance, aunque de rabia, enseña mucho. Que decidir no disparar sobre una pieza, aunque sea la única de la mañana, es un ejercicio de autocontrol y disciplina personal. Nadie les enseña a escuchar el monte, a leer las huellas o las trochas, nadie les ha enseñado a disfrutar del aire helado entrar en los pulmones al ver un amanecer en el campo. Y no nos engañemos, esto es nuestra responsabilidad y debemos esforzarnos por inculcar toda esa magia que se pierden.


El segundo problema es la crítica en ocasiones cainita. En las últimas dos décadas y sin duda, de la mano de la explosión informativa y de opinión individual de la comunicación online, lo que antes eran imágenes e historias privadas o quizás compartidas en algún bar o al amparo de alguna lumbre, ahora son públicas y sujetas a todo tipo de opiniones. Buscamos a un enemigo no definido, pero también debemos reflexionar cada uno de nosotros en nuestros comportamientos. No solo en si somos o no éticos en nuestro comportamiento en el campo, si no en nuestras opiniones públicas o semi públicas.
Se critica mucho la figura de los influencers, que unas veces comparten imágenes y opiniones de caza y que otras veces publican fotografías y/o videos mostrando productos comerciales en imágenes casi siempre muy cuidadas que en muchos casos son eso, simplemente marketing. En otros tiempos, esto lo hacían las revistas de caza y no pasaba nada. Recuerdo anécdotas en las que se había descongelado alguna que otra perdiz para poder sacar unas fotografías de caza con una escopeta… determinada.
En otros casos se critica a discreción cualquier publicación, que si falta el precinto en el corzo, que si era demasiado joven, que si se ve la sangre del disparo, que si no se ven las vainas recogidas, que si hay demasiadas palomas en esa foto, que si los cupos, que si la abuela fuma…. Parece que el público se ha convertido en jurado ético supremo de cada publicación y todo es criticable. No hablemos ya de si la foto es publicada por algún personaje del “mundillo”. Entonces las criticas alcanzan una acidez máxima. Pues bien, hace mas de 2000 años, alguien dijo “quien este libre de culpa, que tire la primera piedra”… “bueno, es que yo no subo la foto” … ahh entonces tienes derecho a criticar a un “hermano cazador”. Lo importante no es lo que hagas si no lo que muestres, ¿es eso? Coincido que es importante ser consciente de lo que se publica, pero no nos pasemos de cainitas y seamos nuestros peores enemigos.

Por acabar con cierto optimismo y a pesar de la negrura del horizonte, hay cierta luz en el futuro. Y esa luz la aportan personas comprometidas e incansables que trabajan cada día por y para que la caza mantenga su espacio en esta sociedad urbanita y urbanizada. Personas como las que forman parte o apoyan a la Fundación Artemisan que ha profesionalizado y aportado apoyo científico a argumentos que ahora se pueden defender con razones de peso. Organizaciones como el Real Club de Monteros que continua con su tradición de otorgar su prestigioso premio literario Jaime De Foxá a artículos relacionados con la caza e inculca la transmisión de los valores monteros a los jóvenes.
Creo que los canales especializados como Iberalia TV o Caza y Pesca o programas de radio como Caza, Pesca y Naturaleza de Intereconomia o el Morral del Cazador están haciendo una grandísima labor por enseñarnos rincones de España y maneras de vivir la caza de una manera honesta y directa.
También quiero citar a la Federación Andaluza de caza que nos ha dado una lección al resto de colectivos de caza, plantándose donde debía y empujando donde se necesitaba. No es que las demás lo hagan mal (o bien), es que los Andaluces nos han dado una lección magistral y muy necesaria.
No todo son tinieblas, pero hay riesgos y amenazas. La solución empieza en cada uno de nosotros.
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