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Hace unos años escribía esta entrada: https://locosporlacaza.es/monteria-helada-monteria-de-libro/ asumiendo que era una de esas monterías en las que las condiciones climatológicas eran realmente duras, pero nada comparado con la aventura montera que nos ha brindado de nuevo esa misma sierra de Villatoro, esta vez en febrero y esta vez siendo co-gobernada por, además de Rodrigo su eterno capitán y de Capelli, por Lolo de Juan y Jorge López Gamonal. 

Y es que las previsiones climatológicas eran adversas, pero los monteros, no se arrugaban.  La mañana de autos, nos recibía con una estampa invernal espectacular: cumbres ocultas por densas nubes grisáceas, laderas altas cargadas de un fino manto blanco, y los valles oscuros y negros nos esperaban amenazantes.  En el desayuno se notaba una cierta tensión previa a la aventura que nos deparaba la sierra.  Se juntaron los 4 capitanes y decidieron tirar para adelante.  Reunidos frente a Lolo, este nos arengaba para la jornada que ya iniciaba, nos recordó la bravura española que no se arruga ante cuatro copos de nieve y un poco de viento.  En ese momento y fruto de la pasión del momento, nos recordó eso de que no somos terrones de azúcar y nos señaló que seguramente el vendaval que nos sacudía en ese momento no significaría que hicieran brisas fuertes en las zonas altas de la sierra.  Y ahí algunos habituales no pudimos evitar soltar la carcajada nerviosa de quien sabe la que le viene encima.  Y es que este grupo ha aprendido a confiar en la insensatez controlada de su capitán.

Advertidos todos, rezamos y nos encomendamos a la de Guadalupe, y comenzaron a salir las armadas a buscar nuestro destino.  Y me voy a permitir hacer un inciso en este momento, y es que, en esta vida, es muy recomendable ser consciente de las limitaciones de cada uno, sobre todo si pueden molestar, retrasar o incluso poner en peligro a los demás.  Y es que estábamos advertidos del estado de los caminos y nos recomendaron claramente que debíamos congregar el mayor número de monteros en cada coche y evitar tratar de subir “a probar suerte” en coches no adaptados.  Con esto en la cabeza, nos juntamos 3 posturas en mi coche y viendo a un fulano con un todo camino con rueda de M40, le sugerí que se subiese a mi coche.  Me respondió que llevaba los trastos y el taco en el suyo y que prefería subir en el suyo…. Se quedó tirado en la primera curva a escasos 6 metros de la entrada en la finca… retrasando a todo el grupo en el difícil ascenso que teníamos por delante.  La subida fue un reto para algún todo camino “pijo” que tuvo que ser empujado, pero el clase G de Antonio Romero, un Land Cruiser, un Montero y mi Discovery llegaron hasta arriba sin rechistar.

Empezamos el descenso a los puestos de la armada la Bardena, siendo el mío el primero de la armada.  Recuerdo al “fulano” de antes decir en numerosas ocasiones que esto era una locura y que mejor nos volvíamos, cosa que ignoramos el resto porque habíamos venido a cazar e íbamos a cumplir con el cometido.  Teníamos viento huracanado de espaldas mezclado con copos de nieve realmente seca.  Las rehalas no pudieron soltar desde donde se suele cazar esta finca, lo que hizo realmente complicado para perros y perreros el día de caza.  Pero si nuestra épica fue el intenso viento racheado y un frio realmente pelón, algunos puestos de valientes, tuvieron que andar 12 kilómetros ya que no podían subir ni con 4×4 puro sin fastidiar la tranquilidad de la sierra, tardando 2 horas en llegar a las posturas.

Aunque la suerte no me dio oportunidad de lance, si pude disfrutar de hasta 8 guarros subiendo la ladera de enfrente en distintos momentos de la mañana y que gracias a la nieve pude seguir sin problemas. 

Fuimos bajando como pudimos y de hecho algunos llegamos hasta una hora y media antes que otros que tenían más caminata sobre la nieve.  Me alegró saber que si tuvieron suerte en la lotería del lance.  Me hace especial ilusión por el “doctorcito” Pepe que se cepilló 3 guarros y algún otro que también tuvo la suerte de soltar plomos con acierto.  Se escaquearon muchos guarros por el la astucia y el sigilo de los marranos, en esta ocasión ayudados por la nieve que hacía aún más silencioso su caminar.

Ver llegar a los perros y perreros casi 4 horas después de haberme colocado (estaba junto a una de las sueltas) me resultó emocionante por el gran tesón y esfuerzo de estos titanes.  De hecho, pude ver como más de un perro seguía luchando contra la dificultad dejando marcas de sangre en las huellas.

Para muchos quedará como una anécdota, pero para los que allí estuvimos, quedará en el imborrable recuerdo de los días épicos de caza el recuerdo de la aventura montera de Villatoro bajo la ventisca y la nieve.  Gracias a Lolo y Jorge por saber medir los riesgos y capitanearnos en los días de sol y en los días realmente difíciles, y gracias a Rodrigo y Capelli por acogernos en su mancha y dejarnos demostrar la casta y la bravura española.

 

Una pena no haber podido estrenar el Haenel Next con un Aimpoint Acro C2 que ese día portaba para la ocasión.

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