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Nada mas bajarnos del coche, Fer, Ian y yo, disfrutamos de un espectáculo inigualable, varios machos berreando a tope a nuestro al rededor. La zona desde donde comenzamos la jornada era una maravillosa dehesa, salpicada de alguna encina y algún alcornoque, rodeada de bosque relativamente cerrado. El pasto, amarillo por los calores del verano, se mecía suavemente por acción de la suave brisa de la madrugada.
Con las primeras claridades del día comenzamos a divisar, sobre todo ciervas, lo que indica, que cerca estaban los impresionantes ciervos de la zona. Se pisaban con sus berridos los unos a los otros, reclamando su territorio y su potencia de animal gallardo y poderoso como es el ciervo Español.

Mi amigo Fer, acostumbrado a guiar a cazadores en todo tipo de recechos en España, actuó de maestro y de guía, escuchando y observando los distintos ejemplares que nos rodeaban. Localizó un buen macho a unos 700 metros, y comenzamos a caminar en fila india, silenciosos, en su dirección. Tratábamos de seguir la linea marcada por alguna vieja encina, pero las ciervas nos divisaron a unos 250 metros y comenzaron a retirarse lentamente hacia una zona mas sucia del monte y el macho, «obediente», las siguió, perdiéndose en la espesura. Nos detuvimos unos minutos esperando a que berrease de nuevo pero no hubo suerte, seguramente había comenzado un lento paseo tras las hembras.

Cortamos por lo sucio para volver a la dehesa ya que Fer había divisado otro estupendo ejemplar que berreaba con mucha potencia. Parapetados tras una encina, pasamos unos minutos observando al venado y viendo sus movimientos y el de la corte formada por 5 ciervas. Bajamos en cuclillas hasta otra encina y decidimos que ese seria el lugar del disparo. El venado se quedó parado a unos 150 metros y una vez bien apoyado, lo metí en la cruz de mi visor Leupold V6 con la ruleta marcando los 12 aumentos y la retícula iluminada tenuemente para compensar la aun falta de claridad. Tenia una bala en la recámara del Haenel Jeager 10 y deslicé suavemente el seguro a la posición de disparo, y accioné en sentido contrario el gatillo para armar el pelo. Coloqué la cruz en la paletilla, levemente alto, unos 5 centímetros y apoyé el dedo en el gatillo… contuve la respiración y una vez estabilizada la cruz, presioné suavemente el gatilloque precipitó la sacudida y el estruendo de una Hornady custom con punta de plomo de 180 grains. El precioso venado dio un formidable salto y se lanzó a la carrera por el centro de la dehesa, aunque a escaso 30 metros de la zona del disparo, cayó fulminado.

Después de los abrazos y felicitaciones, caminé a paso rápido hacia el venado porque detesto prolongar el sufrimiento de un animal y en caso de no haber muerto, mi intención era rematarlo aunque no hizo falta, ya que el precioso animal, yacía inerte sin haber echado nada de sangre.
Aprovechamos el resto de la mañana para acercarnos y observar a otros venados y pudimos disfrutar de preciosos e imponentes animales, así como de algún venado joven que ya trataba de ocupar un puesto en la jerarquía de sus mayores.

Equipo Utilizado:

Rifle: Haenel Jeager 10 modelo Tracker en calibre 300 Winchester Magnum
Visor: Leupold VX6 2-12×42 con retícula iluminada
Munición: Hornady Custom en 180 grains
Prismáticos: Delta one 8×32 (modestos pero muy útiles)

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