Desgraciadamente todas las temporadas tenemos alguna noticia de un accidente grave o mortal en jornadas de caza. Aunque sigue siendo un numero bajo, siempre es una desgracia para el colectivo, la familia y los amigos del afectado.
Este numero bajo se debe a que en general el cazador suele ser prudente en el manejo del arma y a que nuestros ángeles de la guarda hacen horas extra durante las jornadas de caza.
Hace unas semanas, un buen amigo me contaba un accidente poco habitual en una jornada de caza menor en la que el participaba. El día de autos, un grupo de amigos se había citado para cazar perdices en mano y acababan de dar una mano peinando el monte en paralelo. Al llegar a la linde, se reagruparon, cuando uno de ellos al acercarse, con tremenda mala suerte, se tropezó con una rama y cayó al suelo, disparándose la escopeta al caer el suelo. La mala suerte hizo que justo en ese momento la escopeta estuviera apuntando a su pie y le impactase el disparo de lleno en el en la zona de los dedos del pie. Al ser un disparo cercano, me contaba mi amigo, la concentración de los perdigones hizo un agujero del tamaño de una moneda de un euro de entrada, y mucho mas aparatoso en la suela de la bota. El susto de todos fue tremendo, inmediatamente socorriendo al compañero, mientras otro corría por el monte para encontrar cobertura de móvil y llamar a emergencias.
Se personaron guardia civil y servicios sanitarios, estabilizando al accidentado que, aunque se recupera de la tremenda herida, parece tendrá consecuencias nefastas ya que por lo visto, no ha sido posible reconstruir la parte delantera del pie.
Se trataba de una escopeta paralela, y no tengo información sobre si el seguro estaba accionado o no. Aunque todo fue fruto de la tremenda mala suerte, podría haber sido mucho peor siendo un accidente letal, propio o a otro de los cazadores.
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