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Espera habitual – Prueba Linterna LED LENSER P7.2

Poco antes de las 9 nos encaminamos a los puestos. En mi caso, una siembra bastante abierta muy querenciosa por los guarros por tener una gran baña en la zona central. En el caso de Ian, el puesto se ubicaba en una zona un poco mas abrupta donde el oído jugaría un papel fundamental.

Al llegar al puesto, lo primero cargar el rifle por consejo de Jose, ya que en esta zona los jabalíes entrar bastante pronto. Comenzamos a ubicar sillas y demás aperos.

En esta ocasión portaba 3 elementos para «probar».

• El Haenel Jaeger 10 con visor Leupold v6 en 300 Win Mag. Me encontré muy cómodo con el, aunque no tuve oportunidad de disparar. Esperaremos a otra oportunidad.
• Los prismáticos Kahles en 8×42. Sorprendente luminosidad. La verdad es que me gustaron mucho mucho, como único detalle, la rueda de enfoque hacia un leve ruido al girar, pero puede ser por ser nuevos.
• Linterna Led Lenser P7.2. Yo tenia ya la P7 y parecia complicado mejorarla, pero lo han conseguido. Es aun más potente que su predecesora. Igual de manejable y de tacto inmejorable. A día de hoy, de todo lo que he probado en linternas, me parece la mejor.

Una vez montado el equipo, esperamos a que fuera cayendo la noche. Había una leve brisa de izquierda a derecha y Jose me indicaba que esta orientación es perfecta para poder disfrutar de los guarros entrando a la siembra.

Según la noche entraba, y siendo la noche de San Juan, entró casi con pereza. Los tonos se fueron tornado grises pardo y el trigo, en muchos casos salvaje, se mecía por la brisa produciendo un efecto casi hipnótico. Oteamos el horizonte y las lindes de la siembra pero sin signos de movimiento alguno.
Hacia las 22.30 oímos un disparo lejano e inmediatamente pensé en Ian y que ojala hubiera tenido suerte. Escasos minutos después oí un segundo disparo, confirmando mi alegría al asumir que se trataba de Ian terminando con el sufrimiento de nuestro «enemigo intimo».

Minutos después, y de manera súbita, comenzamos a sentir el viento a nuestra espalda, aireando el trigal… mala cosa. Jose y yo nos miramos con gesto de desaprobación…

Efectivamente, una hora después, nos retirábamos del puesto, habiendo disfrutado de una noche de cielo estrelladisimo y de compañía silenciosa pero amigable.

Unos minutos después nos reuníamos con Ian que lucia una sonrisa de oreja a oreja y nos fundimos en abrazos de alegría, había
abatido una gran hembra con una boca increíble, lo que se llama popularmente una «machorra».

Las esperas son asi, muchas veces no se ve nada. Es por esto mismo por lo que el jabalí es un gran adversario, porque no es fácil.

Esta vez, nos ganó la partida… salvo a Ian!!!