El Seguro
LXC | Locos por la Caza. By Joaquín De Lapatza.

LXC | Locos por la Caza. By Dorao
El Seguro
El uso del seguro de nuestra arma en la caza.
El 2018 ha sido un año negro en lo que a accidentes de caza se refiere y lo que llevamos de 2019 no apunta mejores maneras.
Cada accidente es un cúmulo de circunstancias desgraciadas, pero se aúnan una serie de factores comunes:
- La famosa y terrible “ANSIA” de culminar un lance a cualquier precio hace que se realicen disparos francamente peligrosos, al viso, a zonas donde no tenemos certeza que no hay otro puesto o perreros/perros y ya el colmo, no tener en cuenta donde están los otros puestos y en el lance, olvidarnos de su ubicación.
- Los que se mueven del puesto o no portan prendas reflectantes. Es importante ver y ser visto, y desde luego moverse del puesto es una barbaridad que puede acabar en una tragedia.
- El mal uso del seguro de las armas y la falta de precaución.

Me quiero centrar en el tercer punto, el uso o el mal uso del seguro. Vaya por delante que un arma debe siempre ser tratada como si estuviera cargada, esté con seguro o sin él. Nunca apuntaremos con el arma a una zona peligrosa u otra persona.
Con los años, he visto de todo, desde los que no ponen el seguro jamás, los que apoyan el rifle cargado y con seguro en su pie, los que dejan el rifle apoyado en vertical sobre un árbol, o aun peor, a en una silla o banco de montería cargado y sin seguro…
Lo primero es hacer hincapié en el uso del seguro. Yo por costumbre, cargo mis armas con el seguro puesto (en las que se puede, que son todas) y no lo quito nunca hasta el momento del lance, ya que para mí es parte de este. Habitualmente me cuelgo el rifle al hombro y me parece peligroso colgar el rifle al hombro sin seguro ya que en cualquier movimiento se puede enganchar desde una rama hasta una trabilla de la cazadora en el gatillo y producir un disparo fortuito.
Por muy seguros que sean los seguros modernos que eliminan la tensión sobre el muelle de la aguja percutora (es decir, con el seguro “amartillas” el arma), tampoco dejaría el rifle en otra posición que no sea completamente estable y apoyado en el suelo.
Si caminamos con el rifle al hombro porque se trata de un rececho, lo más seguro es llevar la recámara vacía, pero si estamos próximos al lance y se trata de los últimos pasos, como mínimo el seguro puesto.
En el caso de las escopetas, aplica la misma prudencia que en los rifles. Muchas veces se piensa que, al tener menos alcance, las escopetas son menos peligrosas, pero en distancias cortas son igual de peligrosas. Especial precaución en zonas boscosas en las que nos la pongamos al hombro, en ocasiones en las que cacemos dando una mano en las que podemos llevar la escopeta apuntando a nuestro compañero de la izquierda (diestros) o derecha (los zurdos). Los seguros de la mayoría de las escopetas son muy rápidos e intuitivos, por lo que deberíamos acostumbrarnos a llevarlo hasta la maniobra de disparo.
En el caso de las escopetas, se produce otra imprudencia habitual que es llevar el dedo en el guardamontes. Si por casualidad nos tropezamos o nos enganchamos en una rama, puede resultar en un disparo accidental tremendamente peligroso.

Por último, mucha precaución en caso de haber realizado un disparo, ¡el arma sigue cargada! En muchas ocasiones, con la emoción y los nervios del lance, olvidamos que el arma está cargada y dispuesta para un nuevo disparo. Acostumbrémonos a volver a poner el seguro o abramos la recámara o el arma (en el caso de paralelas, superpuestas y express).
Toda precaución es poca, nos va la vida en ello.
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