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El enemigo número 1 de las armas… El óxido
Ayer me escribía con mi amigo Raul y me comentaba preocupado que ha visto dos puntos de óxido en su preciosa paralela eibarresa.
El primer paso, es reconocer la gravedad del problema, y la mejor manera, es trapo y aceite de armas. El óxido puede ser puramente superficial (ya que en sus primeros estadios, es una capa superficial al metal y al pavón), o bien puede ser adherido y ya haber marcado el pavón del cañón, o finalmente puede haber «comido» parte del metal, incluso abriendo una pequeña cavidad.
Para este primer proceso de «reconocimiento» valen muchos tipos de aceite de armas, pero es bueno que sea un aceite que contenga elementos antioxidantes.
El proceso es sencillo y se basa en repeticiones. Inundar de aceite la zona y dejar que el aceite penetre bien durante unos minutos. Lo siguiente es trapo y trapo, y mas trapo.
En función del grado de agresividad del óxido, yo los clasificaría en 3 niveles:
- Grado 1 – Mancha– Si se trata de una mancha superficial, ira saliendo hasta desaparecer sin dejar rastros o marcas visibles. De hecho, muchas veces si no limpiamos la escopeta despues de una jornada de lluvia o de mucho calor (por el sudor en las manos), al día siguiente ya encontramos estas «manchas».
- Grado 2 – Oxido agarrado, incluso formando un «grano» sobre el metal. Después de pasar bastante trapo, iremos notando que acotamos una pequeña burbuja que no se reduce. Es importante NO RASPAR con objetos metálicos, porque seguramente dejaremos marca en el pavón y «comeremos» algo de metal. En este punto, pasamos al siguiente nivel de «ataque» al óxido, una lana de acero (para entendernos es como el nanas de toda la vida, pero finisimo). Aceite sin piedad y frotar con suavidad inicialmente. Lo normal es que vaya saliendo e incluso veremos que vamos deshaciendo el óxido. Continuaremos el proceso y si es necesario, iremos dando mas «vigor» llegando incluso a frotar la lana con fuerza «relativa». En este caso, muchas veces sale la «burbuja» pero deja una marca en el pavón.
- Grado 3 – Óxido profundo, ha comido metal. Habiendo ya pasado por el trapo y la lana de acero, y viendo que el óxido ha penetrado en los cañones o piezas metálicas, debemos primeramente revisar la gravedad del problema. En casos extremos, Grado 4 – el óxido ha comido tanto metal que ha traspasado el propio cañón. Este es el caso mas peligroso y debemos acudir al armero sin volver a disparar el arma ya que el arma ya no es segura. En caso de que no haya traspasado el metal, el siguiente paso de ataque es un cepillo de cerdas de cobre. Aceite de nuevo y empezar a frotar con cierta suavidad la zona «infectada». Normalmente, terminaremos con los rastros de oxido y habremos frenado el proceso, pero nuestra arma tendrá ya una «lesión permanente» que deberemos aceitar siempre que la usemos. Una alternativa es repavonar el cañón que normalmente suele resolver el problema visual y de zona de «peligro», aunque al tacto, siempre lo notaremos.
- El óxido es el enemigo mas peligroso de las armas. Mucho mejor prevenir que curar. Después de cada jornada, eliminar cualquier resto de humedad y repasar el arma con aceite. Para conservar las armas, una buena idea es poner un «cuenco» con arroz en el armero o armario.
Os dejo una entrada previa donde me toco luchar con el óxido.
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