Aprendiendo a amar la caza
LXC | Locos por la Caza. By Couple Hunt.
LXC | Locos por la Caza. By Dorao
Aprendiendo a amar la caza.
Me decías que eras Cazador y yo pensaba que te aburrías y lo hacías por diversión, incluso creía que te sobraba el dinero para dedicarte a “semejante deporte”, sin embargo, tu manera de hablar transmitía otra cosa, ¡transmitía tanta pasión que sin darme cuenta estaba deseando saber más!
Me hablabas de patos, palomas, conejos, zorzales, jabalíes, todos y cada uno de ellos animales sin más interés para mí y todo un mundo para ti, y me explicabas, con la ilusión del que enseña algo nuevo, lo del control de las poblaciones, las sanciones administrativas a las que, a causa de las pérdidas de los agricultores, hacen frente los cotos de caza, la gran labor que los cazadores realizan respecto a la agricultura y la ganadería, a la conservación de las especies…y ese tipo de asuntos, todos totalmente desconocidos para mí y para muchos ignorantes de este mundo como yo, y según te escuchaba, me surgían algunas dudas… ¿Porqué todo eso no lo sabíamos las personas ajenas a este mundo?? ¿Porqué nadie habla públicamente de eso que me contabas y que llamaba toda mi atención?? ¿Porqué sólo tenemos una visión malvada y fría de los cazadores??
Jornada tras jornada, madrugón tras madrugón, habías logrado transmitirme, contagiarme y hacerme sentir eso que me explicabas tantas veces…la ilusión, las ganas, la esperanza, la novedad, la incertidumbre, el respeto, enseñándome que cada segundo, cada risa, cada palabra y cada momento cuenta… Haciendo que mis ganas de cazar contigo fueran aumentando, derribando todos los perjuicios y conceptos erróneos, bajando todas mis barreras.
Me estabas descubriendo un sinfín de cosas nuevas, entre ellas la caza mayor…esa ilusión de montar en el coche a oscuras y amanecer en lugares preciosos, entusiasmada, deseando que el sol haga su aparición y me permita ver el lugar al que llegamos, el paisaje que nos aguarda y que nos acompañará en nuestra jornada, un lugar que, casi seguro, jamás hubiera conocido de no ser por la caza y por ti.
Entonces empezó a picarme la curiosidad por ver de cerca y poder sentir todo aquello que me contabas…las noches de nervios preparando la ropa, el madrugón del domingo, lo caprichosa que es la caza, el almuerzo con los amigos, el daño que habían causado en el coto… en definitiva, estaba muy intrigada por conocer ese mundo tuyo, que sin yo saberlo aún, sería el mío meses después.
Sin pensarlo dos veces y con los nervios de la novedad, empecé a acompañarte al coto, enamorada hasta los huesos de ti y de tu manera de explicarme todo lo que sabes, con esa paciencia y humildad que te convierte en un gran maestro, emocionada como una niña pequeña, con los ojos muy abiertos, nerviosa por conocer y poder entender lo que eres, un cazador de los pies a la cabeza, me fui dejando llevar por la ilusión y la curiosidad, pero sobre todo y para ser honesta, me fui dejando llevar por el amor que siento hacia tí, por las inmensas ganas de poder estar contigo el máximo tiempo posible y por la curiosidad de verte metido “en faena”, y fue así, pegada literalmente a tu espalda, que me convertí en tu sombra, ejerciendo de morralera y Braca, como tú me llamas entre risas, corriendo para ir a cobrar las piezas…
Y así, entre cartuchos y carreras he ido aprendiendo a diferenciar un Zorzal de un Gorrión, el canto de la Perdiz, la invasora Tórtola Turca de la cada vez más escasa Tórtola Europea, la Paloma Torcaz de la común, a vislumbrar rápidamente los conejos entre los olivos, a apreciar el sonido de la escopeta así como a encararla, sujetarla sin miedo y hacerla mía, a disfrutar de la olorosa compañía de los hurones, a disfrutar la rápida visión que nos regalan las liebres cuando se cruzan en nuestro camino, a respirar y a desconectar…
Me encantaba conocer, al calor de una lumbre, a la gente maravillosa que te acompaña en este viaje, (muchos de los cuales pasarían a formar parte de mi vida en tan sólo unos meses) y me aplico, observando y escuchando muy atenta, cada una de vuestras palabras, para seguir aprendiendo.
Me siento como una niña esperando un regalo, uno que nada tiene que ver con la muerte. Me siento viva, con ganas de llenar mis pulmones, respirar y disfrutar del aire limpio del monte, de la naturaleza, de los animales, de los sonidos…
Siempre con mucha ilusión, deseando sortear para saber si es un cierre o una traviesa donde pasaremos horas de frío, llenos de paciencia y silencio…ese maravilloso silencio que casi todos hemos dejado de escuchar, ese que hace que sientas la respiración, el pulso, incluso en algunos momentos te hace sentir la sangre corriendo por tus venas, frías por los nervios.
Me has regalado la llave de un maravilloso mundo, de una nueva forma de vida mejor dicho, del que la gente habla y critica con tanta ignorancia, como era mi caso.
Gracias por haberme llevado a él, gracias por enseñarme con tanta paciencia, por dejar que te observe, por contestar todas mis preguntas.
Gracias, por despertar mis instintos, ayudarme y acompañarme para sacar la licencia y así poder convertirme en cazadora, porque ahora puedo hablar, puedo opinar y decir lo que siento con el corazón y la cabeza, sin tener en cuenta lo que se dice, se escucha o se comenta.
Gracias por mostrarme el respeto con el que haces lo que te gusta, con un amor que no se enseña, con una pasión que va por dentro, pero sobre todo, gracias por estar orgulloso de mi, darme fuerte la mano y arrastrarme a esta bendita locura, llena de cordura.
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